24 agosto 2006

Presentación

La decadencia de una civilización puede medirse por la distancia que la separa de la ética.
En los tiempos actuales, marcados por la fugacidad de lo instantáneo, la indigesta serie de novedades del día a día, ha ido relegando, progresivamente, la reflexión de nuestro quehacer vital. Una de las principales víctimas de la contemporánea tendencia de vivir-el-momento, es precisamente la ética. Ante la necesidad de actuar con prontitud, lo importante parece ser la acción en sí misma, y no su naturaleza. El actuar de cualquier manera tiende a reemplazar a el actuar bien. Esta adversidad circunstancial, característica de nuestro presente, justifica insistir en la ética. La multiplicidad de posibilidades que ofrecen la ciencia y la técnica, debe ser asumida por los seres humanos con mayor profundidad, reflexión y prudencia, pues no todo lo que podemos hacer, debemos hacerlo. La ética presenta una interesante -y compleja- carga problemática, cuando se asume en el entorno profesional. Suele asumirse, siguiendo el pensamiento socrático, que los conocimientos comprometen las acciones y que, paralelamente, la ignorancia las disculpa. La deontología jurídica, o ética profesional de los abogados, es hoy, como ayer, una disciplina fundamental para la justicia. Probablemente su actual descrédito, en muchos casos justificado, se deba al olvido o al menosprecio de la ética, que parece ser el nuevo lugar común en el discurso de obtener logros a cualquier precio. Este blog tiene el propósito de presentar una serie de documentos sobre el quehacer de los abogados, resaltando la necesidad de que sus acciones sean dignas de la grandeza de la profesión que ejercen, y correspondan a personas comprometidas con los valores jurídicos.