05 marzo 2007

Anarquía, Estado y Utopía (Nozick) Peñaranda Villamizar

ANARQUÍA, ESTADO Y UTOPÍA

Por Marianella Peñaranda Villamizar

Siempre, durante el transcurso del estudio y análisis de la obra en mención llegué a conclusiones muy personales basada en realidades y situaciones por las cuales atraviesa actualmente nuestro país, conclusiones que expondré a continuación a través de los siguientes conceptos:

Primero es claro que para poder definir qué tipo de tamaño de Estado es más conveniente en cuanto a la intervención en la actividad económica del mismo es básico tener en cuenta las características que refleje cada Estado de manera independiente, características de tipo social, económico y cultural, para así adoptar y reconocer la forma más adecuada en cada caso.

En la obra objeto de estudio puede observarse el interés de Nozick por el Estado súper mínimo, es decir un Estado reducido en cuanto a su intervención en la actividad económica, haciendo alusión a que si el Estado transfiere la ejecución de tareas referentes a la prestación de servicios y la provisión de bienes a los particulares, estas tendrán una mayor cobertura y se desarrollarán eficientemente, pero debe tenerse en cuenta que si todos tuviésemos la total libertad de obtener o satisfacer nuestras necesidades individuales a costa de lo que fuera esto haría que por nuestra frágil condición humana nos corrompiéramos absolutamente, pasando por encima de los demás entorpeciendo el logro de sus objetivos.

Lo anteriormente expuesto podría verse como un pensamiento con tendencia a lo político republicano por reflejar un cierto escepticismo acerca de la ética humana, pero aunque suene un poco cruel debemos aceptar que para lograr una organización y un desempeño social en armonía, es necesario fijar unos parámetros, unos límites en la actividad de la cual se ha venido hablando, límite demarcado y custodiado por un control del Estado que no es más que la representación de un Estado democrático, el cual en últimas es el que vela por el bienestar de la colectividad, y aunque suene idealista, por garantizar en lo posible la satisfacción de todas sus necesidades, evitando la tiranía en los individuos que por su ambición buscan generalmente el bienestar propio y no sólo de lo necesario sino todo lo que muchas veces va más allá de lo suntuario.

Aunque en mi concepto es clara la necesidad de una cierta intervención del Estado como mecanismo de protección a la colectividad, la cual no quiero que se me interprete como un colectivismo marxista, de ninguna manera, tampoco desconozco la existencia en cierta medida de un orden social individualista, pues debe entenderse que el mercado tiene un ejercicio cuya naturaleza es esencialmente autónoma, el cual no debe entorpecerse con un exceso de control que sólo podrían reflejarse como trabas para el desarrollo de un país.

Veo importante traer a colación la idea expuesta por el liberalismo en sus comienzos, ya que este descubre en el mercado: “ la naturaleza de todos los sistemas económicos de la historia, cuya base empresarial hace a todos capitalistas de sus propios ahorros, como producto de la división del trabajo y en especial la naturaleza esencial del florecimiento del capitalismo industrial”. Así podemos decir que el capitalismo es la consecuencia del mercado en cualquier época y lugar , no pretendo hablar del liberalismo como una ideología utópica, pero creo que si es importante reconocer que lo que ha dicho acerca de que las condiciones tanto técnicas como económicas siempre han estado encaminadas hacia la privatización, y que sólo faltaban las condiciones culturales para liberar finalmente la naturaleza misma del mercado de todas las trabas socialistas, pues al observar la historia es claro el reflejo de fracaso de dichas políticas socialistas.

Finalmente para concluir, resumo mi opinión acerca de qué tipo de tamaño en cuanto a un Estado intervencionista creo más conveniente en la economía de un País.

De esta manera, estoy de acuerdo con la transición de un Estado Intervencionista que tenga un menor número de asimetría a nivel económico (puesto que también financieramente implica mayores costos y responsabilidades) , al Estado Regulador, que como la palabra lo dice regule la actividad del sector privado sobre todo en lo atinente a la prestación de los servicios públicos ya que debe garantizar el interés colectivo como lo profesa nuestra Constitución Nacional, característica esencial de un Estado Social de Derecho como el nuestro.

Pienso que la visión mínima del Estado es exagerada, porque la actividad de este no sólo mira el lucro, no puede limitarse solo al control, sino que también este debe intervenir en aquellas actividades a las que una cierta parte de la población no puede acceder para así garantizarles un mínimo de oportunidades.