05 marzo 2007

Teoría de la justicia (Rawls) Tellez

Teoría de la Justicia

Por Erika Tellez García

La teoría que pretendió elaborar Rawls sobre la justicia para erigirla en la base de la instituciones básicas de la sociedad, en nuestro sentir presenta de manera principal un inconveniente ¿Qué pasa con los derechos individuales y las libertades de las personas pertenecientes a una sociedad, si bien no son negociables hay que sacrificarlos con su restricción para favorecer a los menos favorecidos?..

Ante este interrogante, encontramos en su obra que dicho autor desconoció las implicaciones que para los derechos individuales, tiene su teoría, pues pese a que dijo en su obra que “cada individuo posee una inviolabilidad basada en la justicia que incluso el bienestar de la sociedad como un todo no puede anular” y que “por tanto en una sociedad justa los derechos que garantiza la justicia no deben depender del juego político o de un calculo de los intereses sociales”, esta sometiendo su principio de diferencia a la consecución de logros individuales a que el resto se beneficie con ellos.

Lo que a todas luces es contradictorio precisamente a los derechos de los que gozamos por el hecho de ser personas, como seres humanos libres y ante todo iguales, pero este ultimo en el sentido de estar compuestos de carne y hueso más específicamente, porque la igualdad no la podemos predicar en todos los sentidos, a lo que nos referimos es en cuanto a cada individuo busca la forma ya sea por el camino correcto o equivocado de lograr su felicidad, ya sea a través de triunfos profesionales, intelectuales, deportivos en fin, los cuales generan satisfacción personal, que es propia de cada individuo, de alguna forma si se quiere es egoísta, porque es para si, siendo una vulneración entonces al desarrollo individual a favor de los menos favorecidos, haciendo menos propicio por ejemplo la libertad de aprovechar sus cualidades y con ellas quedarse por el fruto de su trabajo, ya que estableciendo limitaciones a las libertades de actuar, para nadie seria un incentivo trabajar más para la sociedad.

Es decir, a lo que queremos llegar es a que los individuos tienen derecho a gozar de su trabajo como resultado de su esfuerzo, hasta cierta forma no de manera universal o totalitaria sacrificar sus cualidades o trabajo en pro de los menos favorecidos como lo plantea Rawls, pues como miembro de una sociedad donde por medio del contrato social cedimos parte de nuestra libertad para que nos dirijan o gobiernen a través de un representante y logremos convivir, sabemos que es menester que como comunidad se busque ayudarnos los unos a los otros para lograr el fin de toda sociedad organizada que es el bien común.

De ser así, como lo establece Rawls en su obra, seria injusto entonces que algunos estén mejor que otros, y solo si, tendría justificación actuar autónomamente e independientemente en nuestras vidas, teniendo derecho a cualquier cosa de mayor valor si alcanzándolo también mejora la situación de los necesitados., lo que es una posición egoísta y un tanto odiosa o envidiosa, dado que toda persona antes que parte de un grupo social es individuo tiene derecho a luchar primero por si mismo, a ser mejor, alcanzar sus metas para luego poder ofrecerle o aportar algo a la sociedad a la cual pertenece y no por lo contrario “Aquellos que han sido favorecidos por la naturaleza, quienes quiera que sean, puedan obtener provecho de su buena suerte solo en la medida en que mejoren la situación de los no favorecidos, los favorecidos por la naturaleza no podrán obtener ganancia por el mero hecho de estar más dotados, sino solamente para cubrir los costos de su entrenamiento y educación y para usar sus dones de manera que también ayude a los menos afortunados”1.

De otro lado, encontramos que pretendió establecer principios y criterios de justicia que no dependieran mayormente de los contextos en los que fueran a ser aplicados, tratando de responder a la pregunta de ¿Qué era la justicia y que era una sociedad justa?, temática a la cual se ha tratado de responder en la mayor parte de libros que se han publicado incluso desde Aristóteles , pero dicho concepto ha sido enfocado de igual forma que Rawls? Definitivamente no ha sigo igual.

Para ello, si leemos por ejemplo una de las obras de Aristóteles, se observara que la justicia para dicho filosofo era una virtud moral perfecta predicable del hombre, adquiridas por el hábito y vinculadas a ella., evocándola como “una cualidad moral que obliga a los seres humanos a practicar cosas justas”. , mientras que para Rawls se predica de una sociedad, más concretamente de las instituciones de una sociedad bien ordenada.

De otro lado, Aristóteles decía que “la justicia y la equidad son lo mismo, y siendo ambos buenos, es, con todo, superior a lo equitativo2, es decir, lo equitativo era mejor porque era la rectificación de la ley en la parte que esta era deficiente por su carácter general, mientras que para Rawls la justicia es imparcialidad o equidad, adoptando un procedimiento de naturaleza contractualista en la cual sobre una serie de individuos ha caído un velo de ignorancia, situándolos en una posición Original donde nadie sabe quién es, y lo único que conservan además de la capacidad de razonar, son las nociones económicas y sociológicas más elementales. Así, mediante un contrato social hipotético, establecerán la estructura básica de la sociedad en que vivirán. Así pues, por medio de este hipotético contrato se establecerán los principios de justicia que regirán la vida social, a través de un método que es justo por sí mismo, esto es justicia como equidad (justice as fairness).

Así, en conclusión, la obra de Rawls, como muchas otras ha tratado de llegar a establecer un concepto de la justicia, desde diversos enfoques, lo que se ha visto influenciado por las distintas épocas y circunstancias en las sociedades en las cuales vivieron los distintos autores, sin embargo, la características de que gozan su obra al tener un exceso universalista, no fue del todo negativo en cuanto no estuvo asociado a un clima político o cultural específicos, lo que hace que hoy en día su filosofía política sea estudiada aun en las diferentes instituciones educativas e incluso sea criticada por diferentes autores como Robert Nozik, de quien cuya obra “Anarquía, estado y utopía”, se dice fue una replica a la obra de Rawls.

1 “Teoría de la justicia”, de Jhon Rawls, Página 104.

2 Etica a Nicomaco, de Aristotles, Libro V La justcia, página 126.

Teoría de la justicia (Rawls) Ruíz

Teoría de la justicia

Por César Augusto Ruíz

RAWLS en su obra, la teoría de la justicia, busca contribuir o plantear una filosofía política dentro de la corriente del contractualismo, que anteriormente a sido utilizada por diferentes autores para explicar el poder del estado.

Rawls, tiene la idea de un contrato donde se debe obedecer a normas que nos hemos comprometido a cumplir, justamente porque existe un acuerdo o compromiso previo.

Pero desde la base principal de toda su obra surgen varios interrogantes. El autor plantea una posición original donde le da dos características fundamentales a los hombres que intervienen en este acuerdo, los identifica como seres libres y seres iguales, que bajo un velo de ignorancia elegirán los principios de la justicia para gobernar la estructura básica de la sociedad, pero es preciso hacernos la pregunta si esta supuesta posición original es susceptible de aplicación en la realidad o es simplemente teoría.

Es evidente que este acuerdo es planteado bajo unas determinadas condiciones ideales, pero vuelvo y pregunto exiten esas mismas condiciones ideales en la realidad? , si la respuesta es no, toda su teoría se quedaría sin bases y se podría afirmar que la posición original es un recurso teórico, donde las personas eligen los principios sin atención a ventajas o desventajas de los individuos y precisamente por esta ignorancia se refutan como justos.

Contradictoriamente Rawls desarrollando su teoría, plantea otros temas donde se refleja crudamente la realidad social actual que se vive en la gran mayoría de los países a diferencia de la posición original que se plantea dentro de un marco de supuestos o hechos ficticios, al entablar el tema de las desigualdades, afirma que lo mas natural de l mundo es la existencia de estas en la distribución de la riqueza, pero en este punto me parece que le da un tratamiento correcto al justificarlas argumentando que esto no es injusticia sino desigualdades justas, claro esta, condicionándolas a que siempre pueden existir pero si benefician a todos , especialmente mejorando a los mas desfavorecidos, llegando a la conclusión que la justicia no es igualdad sino equidad e imparcialidad, porque el igualitarismo seria lo mas perjudicial para los menos favorecidos.

Me parece acertado por parte del autor tratar de explicar que influencias pude llegar a tener sentimientos humanos en una estructura social, sentimientos como la envidia, definiéndolo como la rivalidad y competencia entre personas y dando una clasificacion para el mejor entendimiento del lector y mejor comprensión de cómo puede afectar a la colectividad.

Llegando a un punto claramente álgido ya que en mi opinión es imposible definir el carácter ola personalidad humana, ya que esto es una suma de espiritualidad, desarrollo personal y bienestar entre otros conceptos, y teniendo claro que estamos en sociedades donde tiene que existir lugar a la vida persona, respetando sus fines propios y al mismo tiempo tienen que existir elementos en común que se compartan entre todos sus mimbro. Pero en sociedades actuales donde un punto de equilibrio o punto medio de

Beneficio entro sus asociados es cada vez mas difícil, se van perdiendo valores como lo son el de colaboración, ya que los menos privilegiados se empiezan a sentir discriminados o afectados por los mas favorecidos y surgen los sentimientos que acaban con cualquier planteamiento de justicia por claro o irrefutable que parezca.

Es evidente que cuando en una sociedad cada persona empieza a actuar cada uno por su lado, cuando el que esta mejor socialmente busca que el que esta por de bajo siempre este en esta situación sin proporcionarle oportunidades, y el que esta en peor situación cada vez mas genera sentimiento de envidia por el superior, se tiene que llegar sin remedio alguno a un colapso donde la idea de principios justos de equidad e imparcialidad no tienen ninguna aplicación.

Por el contrario se empieza ha atentar con las esperanzas de las personas, entendidas estas como el conjunto de aspiraciones que tienen todas las personas dentro de una sociedad, logrando impedir que la persona alcance la felicidad dentro de los conceptos de justicia, y convirtiendo al hombre planteado en la posición original como hombre razonable, que tiene en cuenta el interés ajeno y que busca la cooperación en un hombre racional que busca el egoísmo individual.

Del maniqueismo de la iglesia católica (San Agustin) Perilla

“DEL MANIQUEÍSMO DE LA IGLESIA CATÓLICA”

Por Catalina Perilla Moreno

El libro las Confesiones de San Agustín es un libro en que su autor relata su recorrido por su prolongada vida, además podemos concluir que el propósito de San Agustín en haber escrito éste libro se centraba en confesar sus pecados y en hacer una alabanza a Dios. Es un libro muy interesante en su esencia, en donde deja varias enseñanzas por medio de las experiencias vividas por San Agustín. Uno de los temas que más me llamó la atención es lo relacionado con la doctrina de los Maniqueos, y me pareció aún más interesante hacer un contraste entre la doctrina de los maniqueos con la iglesia católica, que fueron fuentes de inspiración para éste padre de la filosofía.

La vida de San Agustín estuvo rodeada de muchos momentos que marcaron su vida, uno de ellos se relaciona con la creencia errada que tenía de la verdad, por ingresar a la secta de los maniqueos y por la gran carencia de conocimientos que tenía. Más adelante centraré la atención por la inquietud que tuvo San Agustín para llegar a la cúspide de la verdad y la insatisfacción que sintió en la secta de los maniqueos.

Por falta de preparación, humildad y desconocimiento de la Biblia se encuentra con un grupo de hombres con una soberbia delirante que aparentaban una alta conducta moral, además explotaban sus cualidades para atraer a la gente, a través de su locuacidad diciendo cosas absurdas de Dios y de los elementos creados por Dios. Lo que más sedujo a San Agustín para entrar a la secta de los Maniqueos fue el intelectualismo que infundían, sin embargo San Agustín no siempre estaba conforme con las respuestas que dichos personajes le daban a sus preguntas, como por ejemplo los maniqueos decían que Dios era un ser corpóreo; no tenían un significado del mal pues creían que el mal es lo contrario a la naturaleza, afirmando que el mal es lo que ataca a la esencia de un ser. Dios se mezcla con la substancia del mal; entonces, errando el alma, erraba Dios. Considero que esto es lo más aberrante del pensamiento maniqueísta, debido a que no se puede decir que Dios es el autor del mal y que el mal provenga de la naturaleza para destruirse el mismo ser, considerando que el mal no proviene de la misma persona sino del principio del mal que está en la persona.

La base del sistema maniqueísta consiste en que el objeto de la moral es la cuestión del bien y el mal. Los maniqueos decían que existe un principio eterno bueno y otro principio eterno malo; y que de una lucha entre ambos nació una mezcla del bien y del mal, que es Dios, y de la cual se formó el mundo, afirmando que en todas las cosas está presente y mezclada la naturaleza de Dios.

Otro punto de controversia de la doctrina maniqueísta consiste en que ellos afirmaban el descubrimiento de contradicciones de la Sagrada Escritura, posiciones que para San Agustín no tenían defensa propia. Se atrevían afirmar que los textos del Nuevo Testamento habían sido adulterados por una persona que estaba empeñada en introducir en la fe cristiana la ley de los judíos. Pero los maniqueos nunca mostraron para probarlo ningún texto incorrupto de las sagradas escrituras, lo cual hizo que San Agustín se fuera alejando de dicha secta. Puede ser que sea respetable la religión de los maniqueos como cualquier otra religión, pero lo que no considero respetable es poner en duda los escritos del nuevo testamento, pues pienso que es un atentado contra Dios ya que en éstos se encuentran los escritos de los evangelios, que conjuntamente relatan los principales hechos, enseñanzas, la muerte y la resurrección de Jesucristo.

Cabe resaltar, que los maniqueos se dividían en dos clases: estaban los elegidos y los oyentes. Los primeros se encargaban en enseñar a otros o se manifestaban firmes en su error; en cambio los oyentes, eran los menos seguros y se dedicaban a oírlos. San Agustín permaneció como “oyente”, que era el grado más bajo de la jerarquía y esto lo hacía no tan comprometido ni satisfecho con dicha secta.

Poco a poco San Agustín se fue alejando de la secta, duró nueve años para despreciar a los maniqueos. Sus principales argumentos de su alejamiento de la secta fueron la falta de argumentos que tenían para destruir la religión católica, además no encontró la ciencia de la naturaleza y de sus leyes y por último no encontró respuesta alguna sobre los movimientos de las estrellas y temas relacionados con la astrología.

Por otro lado le esperaba a San Agustín las respuestas a todas sus preguntas en Italia, bajo la influencia de Ambrosio. San Ambrosio logra convencerlo de que la Fe Católica puede desvirtuar las objeciones maniqueas, y fue así que tomó el camino de la fe católica. En primer lugar San Agustín se enteró que Dios no es una forma corporal sino que es un ser incorpóreo y que Dios creo al hombre a su imagen y semejanza, que es un ser espiritual, que no tiene ni masa ni dimensiones, ni miembros. Igualmente entendió que el mal es una privación del bien y que el mal depende de su voluntad y así ve el mal como un no ser. También comenzó a rechazar a los horóscopos, prácticas que eran usuales en la secta maniqueísta.

Su conversión se fundamentó en los libros platónicos y en las Sagradas Escrituras, en donde guiado por Dios entró a su interior y así encontrar una luz inmutable que es Dios, ósea que encontró a Dios en un reencuentro consigo mismo, porque a Dios no lo encuentra cuando va lejos de sí mismo. De esta manera, se dio cuenta de que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su espíritu y su mente.

La iglesia católica le enseño a San Agustín que Dios es el autor de todas las naturalezas y substancias, y por lo tanto no es el autor del mal porque es imposible que Dios actué contra sí mismo. Dios es el supremo e infinito bien, del cual proceden todos los demás bienes espirituales y corporales.

Después de tanta lucha por encontrar la verdad lo logró por medio de su inquietud, y lo hizo a través de una religión impulsada por la fe y las creencias fidedignas de los católicos.

Por último me parece importante resaltar que la lectura del las “Confesiones” es muy agradable, por cuanto que uno goza de los defectos y virtudes de otras personas dejando una reflexión en la mente de los lectores, en cuanto que para llevar una vida feliz es importante hacer bien las cosas y encontrar a Dios dentro de uno mismo.

Anarquía, Estado y Utopía (Nozick) Peñaranda Villamizar

ANARQUÍA, ESTADO Y UTOPÍA

Por Marianella Peñaranda Villamizar

Siempre, durante el transcurso del estudio y análisis de la obra en mención llegué a conclusiones muy personales basada en realidades y situaciones por las cuales atraviesa actualmente nuestro país, conclusiones que expondré a continuación a través de los siguientes conceptos:

Primero es claro que para poder definir qué tipo de tamaño de Estado es más conveniente en cuanto a la intervención en la actividad económica del mismo es básico tener en cuenta las características que refleje cada Estado de manera independiente, características de tipo social, económico y cultural, para así adoptar y reconocer la forma más adecuada en cada caso.

En la obra objeto de estudio puede observarse el interés de Nozick por el Estado súper mínimo, es decir un Estado reducido en cuanto a su intervención en la actividad económica, haciendo alusión a que si el Estado transfiere la ejecución de tareas referentes a la prestación de servicios y la provisión de bienes a los particulares, estas tendrán una mayor cobertura y se desarrollarán eficientemente, pero debe tenerse en cuenta que si todos tuviésemos la total libertad de obtener o satisfacer nuestras necesidades individuales a costa de lo que fuera esto haría que por nuestra frágil condición humana nos corrompiéramos absolutamente, pasando por encima de los demás entorpeciendo el logro de sus objetivos.

Lo anteriormente expuesto podría verse como un pensamiento con tendencia a lo político republicano por reflejar un cierto escepticismo acerca de la ética humana, pero aunque suene un poco cruel debemos aceptar que para lograr una organización y un desempeño social en armonía, es necesario fijar unos parámetros, unos límites en la actividad de la cual se ha venido hablando, límite demarcado y custodiado por un control del Estado que no es más que la representación de un Estado democrático, el cual en últimas es el que vela por el bienestar de la colectividad, y aunque suene idealista, por garantizar en lo posible la satisfacción de todas sus necesidades, evitando la tiranía en los individuos que por su ambición buscan generalmente el bienestar propio y no sólo de lo necesario sino todo lo que muchas veces va más allá de lo suntuario.

Aunque en mi concepto es clara la necesidad de una cierta intervención del Estado como mecanismo de protección a la colectividad, la cual no quiero que se me interprete como un colectivismo marxista, de ninguna manera, tampoco desconozco la existencia en cierta medida de un orden social individualista, pues debe entenderse que el mercado tiene un ejercicio cuya naturaleza es esencialmente autónoma, el cual no debe entorpecerse con un exceso de control que sólo podrían reflejarse como trabas para el desarrollo de un país.

Veo importante traer a colación la idea expuesta por el liberalismo en sus comienzos, ya que este descubre en el mercado: “ la naturaleza de todos los sistemas económicos de la historia, cuya base empresarial hace a todos capitalistas de sus propios ahorros, como producto de la división del trabajo y en especial la naturaleza esencial del florecimiento del capitalismo industrial”. Así podemos decir que el capitalismo es la consecuencia del mercado en cualquier época y lugar , no pretendo hablar del liberalismo como una ideología utópica, pero creo que si es importante reconocer que lo que ha dicho acerca de que las condiciones tanto técnicas como económicas siempre han estado encaminadas hacia la privatización, y que sólo faltaban las condiciones culturales para liberar finalmente la naturaleza misma del mercado de todas las trabas socialistas, pues al observar la historia es claro el reflejo de fracaso de dichas políticas socialistas.

Finalmente para concluir, resumo mi opinión acerca de qué tipo de tamaño en cuanto a un Estado intervencionista creo más conveniente en la economía de un País.

De esta manera, estoy de acuerdo con la transición de un Estado Intervencionista que tenga un menor número de asimetría a nivel económico (puesto que también financieramente implica mayores costos y responsabilidades) , al Estado Regulador, que como la palabra lo dice regule la actividad del sector privado sobre todo en lo atinente a la prestación de los servicios públicos ya que debe garantizar el interés colectivo como lo profesa nuestra Constitución Nacional, característica esencial de un Estado Social de Derecho como el nuestro.

Pienso que la visión mínima del Estado es exagerada, porque la actividad de este no sólo mira el lucro, no puede limitarse solo al control, sino que también este debe intervenir en aquellas actividades a las que una cierta parte de la población no puede acceder para así garantizarles un mínimo de oportunidades.

El overlapping consensus de John Rawls (Rawls) Peñaranda Urbina

EL OVERLAPPING CONSENSUS DE JOHN RAWLS

Por Adriana Paola Peñaranda Urbina

En su libro, “El Liberalismo Político”, el famoso filósofo político contemporáneo, John Rawls, toma como punto de partida una pregunta, denominada por él mismo como pregunta fundamental, siendo tal la de cómo puede persistir a lo largo del tiempo una sociedad estable de ciudadanos, libres e iguales, que andan profundamente divididos por doctrinas religiosas, filosóficas y morales, todas ellas razonables.

Si bien John Rawls establece a lo largo de su obra diversos temas como el del Pluralismo Razonable, la Teoría de la Posición Original, la Concepción Política de la Justicia, un Sistema Equitativo de Cooperación, entre otros, como requisitos sin los cuales es imposible llegar a obtener la respuesta a la mencionada pregunta básica, estimo pertinente centrar el estudio en todo aquello referente al Overlapping Consensus o Consenso Entrecruzado, planteado por el autor, puesto que es con éste concepto se logran responder varias de las dudas que se generan una vez se da inicio a la lectura del texto.

En la medida en que queramos responder el por qué dadas las diversas doctrinas existentes es posible la permanencia en la misma sociedad, hemos de tener pleno entendimiento de la idea de un Consenso Entrecruzado.

Una sociedad democrática moderna, está compuesta por un gran número de doctrinas religiosas, políticas, sociales, que pueden llegar a ser incompatibles entre sí y, como consecuencia de ello, hemos de suponer que no todos los ciudadanos adoptarían unánimemente una de ellas. Es en este punto donde entra a jugar papel importante el Consenso Entrecruzado pues da cabida a la posibilidad de la generación de estabilidad, pese a la existencia de un sinnúmero de doctrinas.

Pero, según los planteamientos del autor, ¿cómo es que se pude generar tal estabilidad muy a pesar de la existencia de gran variedad de doctrinas?

Pues bien, plantea Rawls que, en la medida en que se pretenda asegurar la estabilidad, “la concepción política de justicia debe admitir como igualmente racionales y razonables todas las concepciones que se muevan en el escenario político, moral y religioso de una sociedad que ha de considerarse democrática y moderna”.1

Así, se debe dar cabida a todo tipo de posibilidades de expresión política pues el pluralismo no puede finiquitar la unidad y justicia existentes en la estructura social.

Dada la aceptación del pluralismo de concepciones dentro de la sociedad, desde la perspectiva del Overlapping Consensus, debe establecerse que tal pluralismo goza de la connotación de pluralismo razonable, pues éste mismo es el que da cabida a la posibilidad de enfrentar el problema fundamental del liberalismo político, problema que radica en la existencia de una sociedad con ciudadanos iguales y libres pero profundamente divididos por las doctrinas que predican.

El liberalismo político halla su punto débil precisamente en la necesidad de establecer una base pública razonable, entendiéndose por razonable no todos los valores sino solamente aquéllos de orden político que conllevan a la búsqueda de una base pública de justificación.

En cuanto al tema de la estabilidad, ha de concluirse que éste mismo juega papel importante en la obra “El Liberalismo Político” ya que, al llegarse a ella, los ciudadanos podrían afirmar una misma concepción política, en que se vea la justicia como un sistema equitativo de cooperación y, donde todos adopten unos mismos principios con la certeza de que estos serán acatados por el total de la sociedad.

La idea básica del Liberalismo Político es la de lograr un Consenso Entrecruzado de doctrinas razonables. Propende, asimismo, por el desarrollo de una concepción política de la justicia, que de ser analizada detalladamente no es nada distinto a una concepción moral y que, al estar sustentada sobre bases morales, toma en cuenta las concepciones de la sociedad y los ciudadanos, reafirmando así los principios de la razón pública.

Este consenso entrecruzado conlleva a la estabilidad en tanto en cuanto las perspectivas que lo conforman no se aíslan por ganar o perder poder político. Con él, tampoco se pretende establecer un consenso en cuanto a las autoridades o principios que han de regir.

Al permitirnos hablar del Consenso Entrecruzado, vale entonces anotar que con él no se pretende imponer un ideal de principios, sino que se genera la posibilidad de dar cabida a un pluralismo razonable pero el cual se sustente en una concepción política de la justicia. En tal sentido, cabe destacar que sólo una concepción política de justicia puede servir de base a la razón pública ya que en ella los principios y valores políticos constitucionales son de tal amplitud que permiten integrar y superar los valores que entran en conflicto.

Es importante el énfasis constante que hace Rawls con el fin de aclarar que la idea del Consenso Entrecruzado ha de tomarse como una visión política de corte liberal que, si bien pretende ganar el apoyo de los ciudadanos, da cabida a las diversas doctrinas comprehensivas que pueden hallarse en conflicto. Como consecuencia de lo anterior, plantea Rawls que “la estabilidad no puede ser el resultado de imponer la concepción política de la justicia a quienes no la comparten o se rehúsan a actuar conforme a ella”2.

Por último, vale decir que el Overlapping Consensus o Consenso Entrecruzado planteado por John Rawls, se fundamenta en lo que se denomina Concepción Política de la Justicia, lo cual ha de considerarse acertado pues parte de la necesidad de establecer una sociedad en la que se den cabida a doctrinas de diversa índole pero en la que, pese a tal pluralidad, todos sus miembros están en la búsqueda de unos fines comunes.

1 CARVAJAL CORREA, Carlos Alberto. El Overlapping Consensus de John Rawls. Revista de Ciencias Humanas, Vol. 4, No. 13, Página 12-18, Septiembre de 1.997.

2 CARVAJAL CORREA, Carlos Alberto. El Overlapping Consensus de John Rawls. Revista de Ciencias Humanas, Vol. 4, No. 13, Página 12-18, Septiembre de 1.997.

El derecho como integridad (Dworkin) Ospino

El derecho como integridad

Por José Praxere Ospino Rey

El autor nos dice que la ley siempre ha de concebirse de modo tal que los derechos individuales puedan estar garantizados, considera que la mejor garantía que podemos tener para el reconocimiento y la protección de nuestros derechos más fundamentales, es la creencia en la ley. La peor amenaza a tales derechos proviene de quienes son escépticos a ella. Frente a ley no se debe ser escépticos sino creyentes, es lo que ofrece la mejor protección que es posible conseguir, para nuestros derechos más fundamentales para la vida, y por tanto para nuestra libertad, felicidad y bienestar.

Ronald Dworkin cree mucho en la ley. En el caso Brown, la Suprema Corte proscribió la segregación racial. Y aunque su argumento se restringía a la segregación en la educación primaria, que era el punto del caso, la Corte claramente quería transmitir la impresión de que esta práctica en general era contraria a la Constitución de los EE.UU.

En este caso encontramos que la constitución no prohibía la segregación racial, que habían leyes que la permitían, entonces cuando tocaba resolver el caso Brown, se enfrentaban en un dilema moral y filosófico, que debian incidir la decisión a tomar.

Dworkin, consideraba que los jueces deberían permitir que la justificación moral desempeñe un papel en sus decisiones. O dicho de un modo más fuerte: el dictar sentencia es en este sentido ineludiblemente moral. La clave para esta convicción provenía de qué es lo que estaba exactamente en juego en Brown: el reconocimiento y la protección de los derechos individuales. La idea de que el Derecho versa primeramente sobre el reconocimiento de tales derechos siempre ha sido el interés principal de Dworkin.

Para Dworkin, era simplemente inconcebible que la Constitución de los EE.UU. admitiera la segregación racial, por eso decidió que la "Declaración de Derechos" no debería verse como "la lista concreta y detallada de remedios", sino como "un compromiso con un ideal abstracto de gobierno justo". Si la Constitución y las decisiones judiciales que forman jusrisprudencia no proveen la compensación suficiente, nosotros deberíamos cambiar nuestra lectura de ellas.

Para resolver el caso planteado veamos como lo resolvió el juez HERCULES, invención literaria de Dworkin, entonces falla a favor de los demandantes, diciendo que la segregación racial impuesta por el estado en la educación es inconstitucional.

La enseñanza que me queda de este y muchos otros casos que trata el libro de Dworkin; es que en muchas ocasiones le es deben aplicar e interpretar normas que pueden ser legales pero injustas, o no concebidas moralmente, es el caso de Elmer quien asesinó a su abuelo para impedir que pudiera cambiar el testamento en el que él era heredero, poniendo como interrogante si se le debía entregarle la herencia o no? Este es un caso difícil a lo que Dworkin Dworkin entiende asi: "cuando un determinado litigio no se puede subsumir claramente en una norma jurídica, establecida previamente por alguna institución; el juez -de acuerdo con esta teoría- tiene discreción para decidir el caso en uno u otro sentido." De esta manera, cuando ninguna norma previa resuelva un caso, Dworkin entiende que es muy posible que, a pesar de ello, una de las partes tenga derecho a ganarlo, y que, independientemente de la existencia de la laguna legislativa, será el juez quien deba descubrir que derechos tiene las partes en ese momento, sin necesidad de inventar retroactivamente derechos nuevos.

Entonces en la realidad Colombiana podríamos hacernos la pregunta que a lo largo del libro Imperio de la Justicia se plantea: ¿qué hacer en caso de que una norma sea injusta? ¿debe aplicarse literalmente? O ¿se debe buscar el fin de la norma la justicia?, yo considero que en la actualidad esto no esta muy claro, por ejemplo; un tío único familiar de su sobrino huérfano, lo cuida, y le brinda un hogar, afecto y cubre todas sus necesidades económicas, el sobrino se vuelve un artista a temprana edad logrando obtener una fortuna, pero muere sin dejar hijos. Entonces cabe la pregunta ¿el tío tiene derecho a heredar según la ley colombiana? En el caso de que la respuesta a la pregunta anterior sea negativa; ¿esa ley es justa? Que criterios se deben aplicar la literalidad de la ley?, los fines que busca el legislador? El sentido de la ley.

Ética Eudemia (Aristóteles) Castiblanco

ÉTICA EUDEMIA

Por Mónica María Neiza Castiblanco Parra

La felicidad como fin último de la actividad humana ha sido objeto de múltiples interpretaciones, todas ellas orientadas a establecer una definición de la cual pueda inferirse no sólo su naturaleza sino la viabilidad en cuanto a su consecución. Los estudiosos del tema, vale decir los filósofos, coinciden en su importancia, pero no así en su concepto, en tanto que para unos la felicidad o eudaimonía se concreta en ciertos bienes materiales, mientras que para otros, resulta ser un bien eminentemente inmaterial. Así las cosas, es menester dar a conocer algunos de tales planteamientos, entre ellos el de Aristóteles, que al referirse a la felicidad como fin supremo perseguido por la sociedad la define como una actividad propia del alma.

La doctrina aristotélica en torno a la felicidad se desarrolla ampliamente en la Ética Eudemia, obra que según algunos tratadistas esboza claramente el pensamiento de Aristóteles en cuanto a moral y comportamiento humano se refiere. El punto de partida es la formulación de la felicidad como bien supremo del comportamiento humano, pretendiendo establecer una serie de argumentos que permitan persuadir al lector no sólo en cuanto a la definición misma de felicidad sino a los medios a través de los cuales puede lograrse. La eudaimonía de Aristóteles parece consistir en el vivir bien, lo cual presupone la realización de una serie de actos guiados por la razón que permitan lograr un punto intermedio entre el exceso y el defecto; la felicidad lejos de lo que usualmente podría pensarse, no se concreta en la belleza, en el placer o en honor, es más bien un estado que trasciende y que se aleja en un alto porcentaje de un cúmulo de bienes externos que en la mayoría de los casos, impide que las personas puedan comprender y alcanzar claramente la verdadera felicidad.

Aristóteles plantea la felicidad como una actividad del alma argumentado que en el interior de cada ser existe una parte volitiva y una intelectual siendo ésta última la que ha de guiar el comportamiento del ser humano. La felicidad es entonces exclusiva del hombre toda vez que implica la intervención plena del elemento intelectual en todo nuestro actuar; así, la virtud será ese punto de equilibrio que toda persona debe procurar si de lo que se trata es de lograr la felicidad.

La felicidad así planteada resulta ser en estricto sentido la que el común de las personas pretende alcanzar a lo largo de su vida, es ese estado de eudaimonía que el hombre busca mediante la realización de diversas actividades. Podría concluirse que la felicidad entendida de una forma distinta a la que Aristóteles plantea es errónea, pero ello podría ser un tanto apresurado si no se tienen en cuenta algunas de las posturas filosóficas que defienden la idea de la felicidad como la concreción de ciertos bienes materiales.

Atendiendo lo anterior, es conveniente mencionar la proclamada por Epicuro según la cual la existencia del placer, entendido como la ausencia del dolor, resulta ser el presupuesto necesario para lograr la felicidad. En otros términos, la felicidad es la serenidad del ánimo o ataraxia, es decir, que su consecución supone la ausencia de dolores tanto físicos como psíquicos. Tal proposición, viene a ser una clara representación de la tesis según la cual la felicidad debe circunscribirse a un bien eminentemente externo, lo cual es en cierto modo lógico y por qué no entendible si se tiene en cuenta que universalmente Epicuro ha sido reconocido como un ferviente seguidor y practicante del hedonismo.

Es igualmente pertinente exponer el planteamiento promulgado por Arthur Shopenhahuer que en relación con la viabilidad de la consecución de la felicidad como fin último de toda actividad humana señala que la proposición de una vida feliz es un eufemismo en el sentido de que sólo puede considerarse la felicidad como el vivir lo menos infeliz posible. Afirma que la felicidad es siempre negativa mientras que el dolor es siempre positivo, o sea, que la vida implica para el hombre padecimiento. De esta forma, el ser humano debe aspirar a la ausencia de dolor, el cual guarda una íntima relación con la salud como elemento estructural del actuar del hombre.

De lo anteriormente expuesto puede concluirse que el pensamiento de Aristóteles parece ser el que más se adapta al postulado según el cual la felicidad es el bien supremo perseguido por la actividad humana ya que es evidente que de acuerdo con su postura la consecución de la felicidad es perfectamente viable bajo el entendido de que el hombre debe optar por el desarrollo de actividades propias del alma y más concretamente de la parte racional. De esta manera, la felicidad no puede concretarse en bienes materiales ya que ello implicaría que aquél que carece de los medios suficientes para adquirirlos no pueda alcanzar la felicidad. Así las cosas, es evidente que este escrito no sólo pretende enaltecer la tesis propuesta por Aristóteles en la Ética Eudemia sino a la vez demostrar su utilidad y aplicación práctica, es decir, que sus postulados son perfectamente aplicables en el comportamiento humano toda vez que el hombre dada su naturaleza busca desarrollar actividades guiadas por la razón y orientadas a la obtención de un pleno bienestar que, en últimas es en lo que consiste la felicidad.

Papel de la voluntad, la razón y la intención (Aristóteles) Medina

EL PAPEL QUE JUEGAN LA VOLUNTAD, LA RAZÓN Y LA INTENCIÓN AL MOMENTO DE BUSCAR LA FELICIDAD

Por Lina María Medina Velandia

Todas las personas sin importar su condición, raza, sexo, preferencia religiosa o cualquier otra circunstancia que rodee su vida, siempre busca a lo largo de ella y con todos sus actos la felicidad, ese es el fin último de todas las actuaciones de un ser humano. Aristóteles en La moral a Eudemo muestra esto de una manera muy clara y detallada y da al lector la posibilidad de concluir que la felicidad es el fin de la vida de todo hombre y que solo la encuentra cuando practica voluntaria y reiterada la virtud, ésta no es otra cosa que el punto medio entre el exceso y el defecto de todo cuanto existe en la vida.

A pesar de lo claro que se percibe esto en la obra y de lo sencillo que parece, el encuentro de la felicidad concebida desde esta óptica no es nada sencillo, ya que dominar la voluntad y encausarla por el camino de la virtud, no es una labor elemental para la naturaleza concupiscible del ser humano, pero definitivamente es la voluntad la que realmente nos hace ser felices o sufrir según decidamos practicar la virtud o el vicio.

La voluntad es la virtud más grande que tiene un hombre, y se ubica entre el capricho y la desidia, pero por su gran valor es muy difícil ponerla en práctica de una manera sana, pues aunque siempre está en práctica, ya que todos nuestros actos están gobernados por ella, independientemente de que sean racionales o irracionales, buenos o malos, etcétera, es la voluntad la que nos hace actuar, pero existe una diferencia radical entre una voluntad sana y una voluntad viciada por factores externos. Epicteto en su obra El arte de vivir muestra muchos de estos modificadores externos de la voluntad, que nos apartan de la felicidad, “La felicidad auténtica siempre es independiente de las condiciones externas. Practiquemos con celo la indiferencia hacia las condiciones externas; la felicidad sólo puede ser hallada en nuestro interior”1, uno de ellos es la voluntad de los demás que busca influenciar la nuestra, No renunciemos a nuestra voluntad. Si alguien quisiera regalar tranquilamente nuestro cuerpo a cualquier transeúnte, esto –naturalmente- nos enfurecería. Entonces, ¿por qué no nos avergonzamos de entregar nuestra preciosa voluntad a cualquier persona que pueda querer influenciarnos?”2. Otro de esos factores es la búsqueda constante en la que viven algunas personas de agradar a los demás con sus actuaciones, en este caso entonces la voluntad queda circunscrita al placer deseado por otras personas, y olvidamos la práctica de nuestra propia voluntad al servicio de nuestra propia felicidad, “Cuando tratamos de agradar siempre a los demás, nos desorientamos buscando lo que se encuentra más allá de nuestro ámbito de influencia. Al hacerlo, perdemos el control del propósito de nuestra vida”3. Otro factor que puede modificar nuestra voluntad es no poder diferenciar entre las cosas que dependen de nosotros y las que no, es decir sobre qué cosas tenemos el control y sobre cuáles no, por ejemplo yo no tengo el control sobre el comportamiento de las demás personas, entonces así me parezca reprochable, como no depende de mi, yo no debo sufrir por eso, por el contrario de lo que único que debo preocuparme es de mi comportamiento, de que sea virtuoso para encontrar la verdadera felicidad, si es vicioso y separado de mi voluntad a sufrir, “La libertad es la única meta valiosa en la vida. Se obtiene cuando hacemos caso omiso de aquellas cosas que están más allá de nuestro control. No podemos tener un corazón alegre si nuestra mente es un lastimoso caldero de temores y ambiciones. ¿Deseamos ser invencibles? Entonces no combatamos aquello sobre lo que no poseemos verdadero control. (…) Recordemos: la verdadera esencia del bien se encuentra únicamente en las cosas que están bajo nuestro control”4

Pero aunque es en último término la voluntad la que nos permite encontrar la felicidad o apartarnos de ella, no puede dejársele esta gran responsabilidad, pues la voluntad de un hombre que actúa sin razón, aunque busque practicar la virtud, nunca encontrará la tan anhelada felicidad. Es la razón la que como hombres nos diferencia de las demás criaturas que existen en la tierra, es ella la que nos permite examinar a fondo cada una de nuestras actuaciones para poder determinar qué hacer porque es virtuoso y qué no hacer porque resulta vicioso, solo la razón nos puede mostrar el exceso, el defecto y el punto medio entre estos dos de todo nuestro actuar, “En todas las cosas, el medio, con relación a nosotros, es lo mejor y lo que nos prescriben la ciencia y la razón”5. Entonces puede afirmarse sin temor a errar que lo que nos permite encontrar la felicidad es definitivamente la sincronización de nuestra razón y nuestra voluntad a la hora de actuar, pues nada sacamos haciendo razonamientos profundos sobre lo bueno o lo malo de algo, si nuestra voluntad nos lleva a elegir lo malo.

Sin embargo no todos los actos que realiza el hombre son su responsabilidad, pues hay actuaciones que resultan involuntarias, entonces por ellas el hombre no debe sentirse responsable o sufrir por ellas, entonces solo puede hablarse de una actuación virtuosa o viciosa cuando ésta depende de uno hacerla o no hacerla, es decir las que realizamos de manera voluntaria, y a esta voluntad solo se llega luego de haber analizado de manera racional el exceso, el defecto y haber encontrado el punto medio que es el que debemos preferir, “Es, pues, muy evidente que la virtud y el vicio solo se refieren a cosas de que es uno causa y principio. Tendremos, por tanto, que indagar de qué actos es el hombre realmente causa responsable y principio. Estamos todos conformes en que en las cosas que son voluntarias y que resultan del libre albedrío, cada cual es causa de ellas y responsable, y que en las cosas involuntarias no es uno la verdadera causa de lo que sucede. Evidentemente, son voluntarias todas aquellas que se han hecho después de una deliberación y elección previas y, por consiguiente, también es evidente que deben clasificarse entre los actos voluntarios del hombre la virtud y el vicio”6.

De otro lado no debemos nunca confundir la voluntad con la intención, ésta es lo que preferimos hacer porque depende de nosotros hacerlo y de nadie más; mientras que la voluntad es lo que nos impulsa a actuar, independientemente de si es como queremos actuar o no. El hombre siempre hace lo que desea, lo que prefiere; pero no siempre desea lo que hace, hay cosas en la vida que hacemos sin quererlas hacer, pero son nuestra obligación o nuestro deber, es por esto que la intención de una persona al actuar es lo que realmente muestra lo virtuosa o lo viciosa que es, a pesar de que es muy difícil saber la verdadera intención, ya que el acto es lo evidente, es aquella la que realmente muestra lo que son y no son las personas, “Pero como no es fácil ver directamente la intención, nos vemos forzosamente obligados a juzgar del carácter de los hombres por sus actos. El acto vale ciertamente más que la intención, pero la intención es más laudable”7. Es claramente la intención el otro extremo en el actuar del hombre, del otro lado está la razón y en el centro está la voluntad, pero tienen que engranarse para que el actuar del hombre sea virtuoso y de esta manera pueda encontrar la felicidad.

Finalmente puedo concluir que ninguna persona puede encontrar la verdadera felicidad sin lograr la coexistencia y la interacción de la razón, la voluntad y la intención en todos sus actos. Como hombres que somos estamos dotados en primer término de razón, que es la que nos permite distinguir lo que está bien de lo que está mal; la voluntad es el motor de todos nuestros actos; y finalmente es la intención la que determina lo que realmente queremos hacer, es decir si lo que queremos hacer es el vicio o la virtud. También tengo claro que para encontrar la felicidad tengo que diferenciar, con la ayuda de la razón, entre las cosas que dependen de mi y las que no, y solamente debo preocuparme por lo que depende de mi y hacerlo bien, de manera virtuosa, esa es la verdadera fórmula para encontrar la verdadera felicidad, el actuar de los demás o lo que le corresponda hacer a los demás es solo asunto de los demás, el momento en el que yo me ocupe de los asuntos de los demás o trate de cuestionarlos aparto de mi la felicidad y lo único que encuentro es sufrimiento, entonces me aparto del verdadero fin de mi vida, es decir de la vida de ser humano que soy, que es la felicidad, ese es el verdadero y noble sentido de la vida, LA FELICIDAD.

1 Epicteto. El arte de vivir. Editorial Norma. Bogotá. 1995. Página 41.

2 Epicteto. El arte de vivir. Editorial Norma. Bogotá. 1995. Página 51.

3 Epicteto. El arte de vivir. Editorial Norma. Bogotá. 1995. Página 45.

4 Epicteto. El arte de vivir. Editorial Norma. Bogotá. 1995. Páginas 40 y 41.

5 Aristóteles. Moral a Eudemo. Editorial Espasa-Calpe, S.A. Sexta edición. Madrid. 1976. Página 138.

6 Aristóteles. Moral a Eudemo. Editorial Espasa-Calpe, S.A. Sexta edición. Madrid. 1976. Página 146.

7 Aristóteles. Moral a Eudemo. Editorial Espasa-Calpe, S.A. Sexta edición. Madrid. 1976. Página 162.

Enseñanzas de San Agustin (San Agustin) Macallister

ENSEÑANZAS DE SAN AGUSTIN A UNA MUJER CATOLICA

Por Carolina Macallister Reyes

El libro de las Confesiones de San Agustín podría llegar a considerarse una de las obras de literatura más importante, teniendo en cuenta que se trata de una obra escrita por una persona que , a lo largo de su vida se detiene a hacer una reflexión filosófica y teológica sobre el tiempo, la creación, la eternidad y la esencia del alma.

Todas las personas podríamos llegar a caer en esa incertidumbre al cuestionarnos acerca de ese Dios que desde pequeños nos han enseñado a valorar, a querer y a respetar. Ese que jamás nos deja solos, ese que nos acompaña en todos los momentos de la vida, aún cuando nos sentimos tan solos.

San Augustín, cuenta la historia de su vida, dándose a entender como una persona que cayó en todos los vicios, que se dejó corromper por la sociedad o por no tener un sentido concreto de la vida. Vivió de los placeres, hurtó, tuvo relaciones con muchas mujeres al tiempo, conoció y practicó la infidelidad. Como todas las personas en este mundo sufrió pérdidas de seres queridos y buscó apoyo en sus amigos.

Las confesiones podrían tomarse como una recopilación de sus culpas y de sus vacíos, hasta llegar a la conclusión que Dios siempre estuvo allí a su lado, que siempre lo acompañó, tanto en los momentos buenos como en los malos. Afirmo que lo veo como una recopilación de sus culpas, porque a medida que se va leyendo la obra, se entiende como si San Augustín estuviera pidiéndole perdón a Dios por todas las injusticias cometidas por éste, sus miedos y todo lo que hizo que dudara de la existencia, para llegar a enseñar en su pueblo , que si a veces uno se siente abandonado por Dios, no es porque Éste nos haya abandonado, sino que somos los seres humanos los que nos alejamos de Él.

Esta obra desde otra perspectiva puede tomarse como un diario aprendizaje, pues San Agustín al recopilar todas sus culpas y sus miedos, hace que el hombre a medida que van transcurriendo los años encuentre miles de respuestas en Dios, como creador del universo, ese Dios que es la verdad. La mayoría de los seres humanos hemos cometido faltas, unas personas de una forma más compleja y otras simplemente han caído en el mundo de los vicios. Muchos, se han desapegado de esa vida espiritual para aferrarse a material, pensando que eso les traerá la felicidad eterna y tampoco lo han conseguido.

Así fue la vida de San Agustín, éste vivió todo lo que tenía que vivir , es decir, una vida llena de corrupciones, de vicios , de materialismo, hasta llegar a los extremos, para luego recapacitar y tomar las riendas de su desarrollo como ser humano en el camino del bien y así para la Iglesia Católica fue reconocido como santo.

Éste autor, Agustín, pues, parte de una paradoja que cree resolver afirmando que el Mal es ausencia de ser y que solamente “es” aquello que es bueno, más aún, que solamente las cosas buenas pueden ser corruptibles. El ser humano al ser creado por Dios al igual que el Universo y todo lo que nos rodea es bueno en su esencia, pues como puede convertirse en malo algo que por su naturaleza es bueno. De aquí desprende su tesis de la corrupción, afirmando que solo lo que es bueno puede llegar a ser corrompido por una fuerza externa que se denomina el Mal.

De esta tesis antes mencionada, podemos afirmar que el hombre por esencia es bueno, simplemente por ser: y esa es la razón por la cual el mismo se deja caer en el mundo de los vicios y de la corrupción. Si miraramos por ejemplo un niño pequeño lo encontraríamos perfecto, desde sus cualidades físicas, hasta su forma de hacer las cosas con tanta inocencia, que es a medida que van trascurriendo los años que éste niño emprende hacia lo desconocido, corriendo el riesgo de perder el norte de su vida.

Muchos autores, han hablado acerca de la vida de este Santo, EUGÈNE PORTALIÉ , escribió varios artículos acerca de la vida de éste , entre otras : La Vida de San Agustín de Hipona y Las enseñanzas de San Agustín.

Este fue uno de los autores de los cuales decidí leer acerca de lo que habían escrito acerca de la vida del mismo, razón por la cual me hizo considerar la posibilidad de integrar a este trabajo el siguiente párrafo proveniente del texto de las Enseñanzas de San Agustín: La doctrina agustiniana es, valga repetirlo, esencialmente teológica y tiene a Dios por centro. Ciertamente, Agustín es un gran filósofo, y Fénelon dijo de él: "Si un hombre ilustrado fuera a recopilar de los libros de San Agustín las verdades sublimes que este gran hombre ha esparcido al azar en ellos, tal compendio , hecho con juicio, sería superior en amplia medida a las Meditaciones de Descartes." Y, de hecho, dicha recopilación fue realizada por el ontólogo del Oratorio, André Martin. Hay entonces una filosofía de San Agustín, pero en él la filosofía está tan íntimamente acoplada a la teología que es inseparable de ésta. Los historiadores protestantes han señalado esta característica de sus escritos. "El mundo," dice Eucken, "le interesa menos que" la acción de Dios en el mundo y especialmente en nosotros mismos. Dios y el alma son los únicos asuntos cuyo conocimiento debería encendernos de entusiasmo. Todo conocimiento se hace conocimiento moral, religioso o, más bien, una convicción moral, religiosa, un acto de fe de parte del hombre, quien se entrega sin reservas." Y, aun con mayor energía, Böhringer ha dicho: "El eje sobre el cual giran el corazón, la vida y la teología de Agustín, es Dios." Las discusiones orientales sobre la Palabra habían forzado a Atanasio y a los Padres Griegos a colocar la fe en la Palabra y en Cristo, el Salvador, en la cumbre misma de la teología. Agustín también, en su teología coloca la Encarnación en el centro del plan divino, pero lo enfoca como la gran manifestación histórica de Dios a la humanidad -la idea de Dios domina todo: de Dios considerado en Su esencia (Sobre la Trinidad), en Su gobierno (La Ciudad de Dios), o como el fin último de toda vida cristiana.

Estas lecturas, tanto la de la obra de las Confesiones como las complementarias, crearon en mi cierto interés por conocer la verdad, la inmensidad de Dios, el origen del Bien y el Mal, el perdón, el pecado y la felicidad. Muchas hojas de la obra, me sentí abrumada, pues llegué a considerar que se volvía un poco monótona la lectura, pero en el segundo intento compredí, que era la única forma en que el autor hubiese podido hacer sus confesiones, pues se trata de la vida de una persona, de las etapas de su crecimiento, de los momentos de su infancia, la relación con su familia, sus amigos, lo que creía realmente importante. Y es lo que tiene que hacer para enganchar a que su obra sea leída, ya que lo que busca en su interior, es que las personas reflexionen acerca de la forma en que se encuentran llevando sus vidas y así logren buscarle un sentido que solo se encuentra mediante la fe, conociendo a Dios.

Provengo de una familia católica, y creo que al leer este trabajo no se puede tener duda de ello, pero sinceramente considero que ésta obra debería ser leída de manera obligatoria por todos los jóvenes, y más hoy en día que viven la vida de una manera por decirlo ...loca.... cómo los ayudaría a reflexionar acerca de sus vidas, de sus metas como futuros estudiantes y luego padres. Por qué esperar que Dios ayude a la gente, cuando a veces son las mismas personas las que se encargadan de sacar a este gradioso ser de sus respectivas vidas, por qué es tan fácil apegarse a Dios en un momento difícil y en los momentos de felicidad tan fácil hacer como si éste no tuviese cabida en nuestras vidas, razón por la cual titulé este ensayo con el nombre de “ ENSEÑANZAS DE SAN AGUSTIN A UNA MUJER CATOLICA.”

Un juicio a Kant (Kant) Hermida

Un juicio a Kant Por Camilo Andrés Hermida Cadena

Este trabajo tiene como único propósito la formulación de una serie de inquietudes que surgen, a juicio de quién escribe, de la ética Kantiana, y en específico, de algunos componentes de los cimientos con base en los cuales Emmanuel Kant pretende dar respuesta a la pregunta ¿Qué debo hacer?

Para lograr la finalidad arriba propuesta, que es la esencia misma de este ensayo, y en aras de alcanzar una mayor compresión de la obra de Kant, se hace necesario realizar una breve exposición de los principales postulados que constituyen el objeto de los diferentes cuestionamientos y que integran su teorética.

En un primer planteamiento Kant afirma que la noción de buena voluntad es lo único que puede considerarse como bueno sin restricción, es decir, bueno en sí mismo, bueno por el solo querer. Considera que la buena voluntad puede determinar el comportamiento humano, que no movido por algún factor externo y solamente por la razón pura puede llegar a ser catalogado como moral. Se trata pues, de condicionar la calificación de una acción como moral a que haya sido causada por la voluntad autónoma, ajena a móviles subjetivos y empíricos, cuando es el resultado de obrar “por deber”.

Ahora bien, es innecesario hacer un análisis profundo para encontrar que Kant en esta primera idea cae en contradicción, tal y como se muestra a continuación. Por un lado, sustrae de todo valor ético a la conducta humana que responde a un móvil, a una finalidad, a un interés, pero por otro, reconoce que un comportamiento es moral cuando responde a la buena voluntad, “al sólo querer”, por el respeto al deber. De lo anterior se infiere que hasta la buena voluntad, incondicionada para Kant, realmente es condicionada, y que si es buena no lo es por el puro querer per se, sino por un querer interesado y dirigido al cumplimiento de las leyes universales y objetivas descubiertas por la razón. Bien se puede decir que la acción determinada por la buena voluntad, por el “sólo querer”, no es tan desprendida como Kant lo afirmo, pues irrefutablemente siempre tiene un interés, cosa distinta es que se dirija a alcanzar un fin que insoslayablemente debe tenerse como el más valioso de todos y que es “el actuar por deber”. Sería entonces más preciso afirmar que una conducta tiene entidad moral cuando única y exclusivamente es determinada por la voluntad racional que es buena en sí misma, no porque no dependa de nada, pues siempre entraña el concepto de deber que es la necesidad de actuar para cumplir una ley moral proveniente de la razón.

Otro problema de importancia medular, no susceptible de resolverse tan pacíficamente, es el referente a la función que cumple la razón en la fundamentación del edificio de la moral para kant y que puede resumirse en la siguiente pregunta ¿La razón construye o descubre la ley moral que debe determinar la buena voluntad? Como punto de partida para la solución del interrogante aqui planteado es relevante señalar el altísimo influjo que tuvo el movimiento racionalista en el pensamiento de Kant, y que conducirían al corolario consistente en que para Él los principios éticos son creación de la razón, y que el bien depende ya no de la voluntad divina sino de la razón, del yo. Además Kant en sus obras reconoce expresamente que la ley moral es dada enteramente de modo apriorístico por la razón, de suerte que son producto de la razón pura, extraña a cualquier experiencia.

En este orden de ideas, se hace pertinente formular algunos reparos. En primer lugar, es preciso apartarse de la posición del filósofo en la medida que, más que una tarea de construcción de leyes morales, lo que hace la razón es una quehacer de descubrimiento, una labor del hombre en su esencialidad de ser dotado de razón que le permite menos que crear, y más bien encontrar las leyes universales y objetivas que siempre han existido y que siempre habrán de existir e informar los diferentes sistemas normativos, bien jurídicos o morales, establecidos para reglar el comportamiento humano. Se trata pues, de descubrir y conocer a verdad, de encontrar a través de la razón el orden natural que está impuesto en todas las cosas, pero no de reemplazarlo por sus creaciones y mucho menos por la imaginación como lo sugiere Kant.

Por vía de ejemplo, se analizará el siguiente imperativo para mostrar como encuentra su génesis en el estado natural de las cosas y no en la creación de la razón pura. Reza el mandato “No matarás a nadie, sino en caso de legítima defensa”. Como se ve, la anterior ley es de carácter moral, es un imperativo categórico en razón a que el mandato que contiene consagra una necesidad absoluta y objetiva. Cabe entonces preguntarse ¿Es esta ley producto de la creación de la razón o del descubrimiento de la ley universal hecha por la facultad común a todos los racionales? A lo que necesariamente deberá responderse que el derecho a la vida y su correlativa obligación general de respeto por parte de los racionales no puede ni podría entenderse como una derivación de la razón, como una fijación caprichosa de la misma, pues es irrebatible que no es algo distinto a la más importante y necesaria regla de respeto y convivencia en toda sociedad, a la prohibición elemental de no poder disponer de la propia vida ni de la de los congéneres, proscripción que no atiende a dimensiones temporo.-espaciales y que descansa en lo que podría bien denominarse “ el justo natural” que de ninguna manera es producto de la razón.

Para Kant es un hecho que la ley moral es fruto de la razón, lo que es coherente con su teoría del conocimiento, pero a todas luces inaceptable. Mal haría el filosofo alemán si aceptara que la moral es resultado del descubrimiento de la ley universal, del conocimiento de la verdad, sí niega la posibilidad de que las cosas se pueden conocer como son en sí, cuando se condena a tener un conocimiento de la realidad restringido y limitado a la idea que el se representa, es decir, a su propia idea.

Pasando a otro plano, resulta conveniente entrar a reflexionar sobre la afirmación de varios detractores de la moral Kantiana, respecto a que esta es una ética vacía, sin contenido, no material, en esencia formal. Podría pensarse que se trata de una ética formalista, pues Kant en su afán de descubrir y exponer el principio fundamental de la moralidad y ante todo de construir una ética trascendental, en su autentico sentido, quiso reducir todo el problema del comportamiento humano a una fórmula “mágica”, como si se tratara de una ciencia exacta, tratando de seguir el paradigma de la Física. Consecuente con ello, Kant consideró que todo imperativo categórico o ley moral, lo seria en tanto que su máxima cumpliera la forma de la universalidad, criterio de enjuiciamiento y que enunciaba en la siguiente fórmula “Obra sólo de acuerdo con aquella máxima, por la que a la vez puedes querer que se convierta en ley universal”.

Se colige también la intención del filósofo de hacer una ética formal, de su consideración, aquí ya estudiada y de la que ya se discrepó, de que el valor del querer radica en sí mismo, por lo que bajo la óptica de su contenido o finalidad, la buena voluntad es una simple forma o querer en cuanto querer.

Así pues, frente a una moral formalista y con la deducción lógica de que una acción puede ser calificada como moral cuando aprueba el examen mental de universalidad que le propone la conciencia vale la pena preguntarse ¿Puede sin restricciones ser la universalidad el fundamento de que una máxima determine la voluntad personal? ¿La propiedad formal de una máxima tiene la entidad suficiente para servir como criterio para la rectitud de su contenido?

Contrario a lo que podría pensarse no es descabellado afirmar que le ética kantiana, pese a ser vacía de materia, falle en su propósito de responder a la pregunta ¿ Qué debo hacer?, pues es diáfano que su mentor se encargó de establecer las reglas que habrían de determinar su contenido y que, en sana concordancia con lo arriba expuesto, no podría ser otro distinto que la ley universal descubierta por la razón, es decir, aquella ley natural cuya exigibilidad y permisibilidad sea predicable de manera universal, por pertenecer al orden natural de las cosas. Con esta precisión, es posible consentir en que la universalidad como calidad formal de la ley moral sí puede y debe legitimar la rectitud de su contenido pues dicha característica sólo se predica de la ley natural, que se tiene como objetivamente moral y por ende exigible a todos los racionales.

Finalmente es útil indagar en la inquietud de Kant quien asintió en la idea de que a través de la investigación moral es casi imposible entrar a establecer con gran precisión, cuándo una acción encuentra como única causa determinante el interés moral. Kant no responde cómo es posible y por qué es necesaria la proposición sintética a priori, es decir, la ley de la moralidad, ni explica por qué ni cómo, en últimas un ser humano con una voluntad que puede verse afectada por diferentes tendencias, inclinaciones o afectos, termina por actuar por el sólo respeto al deber.

No puede pasarse por alto que es difícil de encontrar, por no decir que imposible, un ejemplo en el que quien obra lo haga sólo por la buena voluntad, por el sólo querer que contiene el concepto de obrar por respeto al deber, dejando de lado cualquier otro interés. Probablemente esta sea la muestra de Kant pecó por idealista, al pretender hacer una ética para todos los racionales, dentro de los que incluyo a los ángeles, dirigida más bien a estos que a sus destinatarios reales que son seres humanos que sienten, que viven intensamente, que se emocionan, que razonan y saben lo que deben hacer a pesar de que no siempre lo hagan, pero que ven, ante todo en la teorética kantiana, una práctica dura, por demás quimérica.

Principios de la moral (Hume) Gaviria

Investigación sobre los principios de la moral

Por Angélica Gaviria Sanin

David Hume a lo largo de su obra se pregunta si los fundamentos de la moral se desprenden de la razón o de los sentimientos, en donde la razón son los juicios de valor que nos hacemos y los sentimientos son de uno mismo o de la sociedad, para concluir que tanto la razón como el sentimiento se hallan presentes en casi todas nuestras determinaciones y conclusiones morales, pues los juicios morales expresan principalmente nuestras sensaciones.

Creo que el autor acierta en la medida en que la razón y los sentimiento son elementos indispensables de nuestra condición humana y que no solo los juicios morales, sino la acción humana en general está determinada por estos dos aspectos, aunque hay que tener en cuenta las dos clases de sentimientos de las que nos habla en su obra y de la utilidad de estos dos ya que esta determina el punto de encuentro entre la razón y los sentimientos.

Pues es la razón la única facultad humana que permite determinar si una cualidad o una acción son beneficiosas a nosotros mismos o a la sociedad, pero no por ello es correcto afirmar que la razón sea suficiente para producir una censura o una aprobación moral.

Otro aspecto determinante en la reflexión moral de Hume, que me llamo la atención fue la alusión al carácter, el cual tiene rasgos viciosos y virtuosos.

Quien se ve beneficiado con una acción humana determinada, es decir, aquél a quien dicha acción resulta útil, calificará a su actor como “virtuoso” y dicho actor al ver la reacción de placer experimentada por el beneficiado, experimenta a su vez un sentimiento placentero. El juego de sentimientos “virtuosos” experimentados por los dos participantes, elevan la acción al calificativo de “virtuosa”; en contraposición a las acciones denominadas “viciosas”.

Algunos de los rasgos virtuosos son naturales, pero otros son creados o artificiales, en ningún evento y circunstancia es admisible que un hombre sea falto de espíritu o carácter, pues si se carece de carácter no se tiene el sentido de lo que se debe para consigo mismo.

Por eso para determinar si algo es virtuoso o vicioso debemos saber que tan útil resulta ya se a nosotros mismos o a los demás, pero para concluir esa utilidad el juicio es estudiado a la luz de la razón y de los sentimientos.

Anarquía, Estado y Utopía (Nozick) Franco

Anarquía, Estado y Utopía

Por Maria Fernanda Franco Robles

Al hacer la lectura del libro “ Anarquía, Estado y utopía “ pude analizar claramente desde varias perspectivas la importancia que tiene el tamaño del Estado dentro del la organización de cada país.

A través del tiempo se ha venido evolucionando al tratar el tema mencionado. Anteriormente las mayorías de los países implementaban dentro de su organización un Estado que abarcara en extensión al país mismo; el cual, gozaba de todas las prerrogativas de dominio, poder e influencia sobre cada una de las personas.

Poco a poco se logró la participación Estatal reducida y es por eso que hoy por hoy la mayorías de los países gozan de un Estado medio e incluso un Estado mínimo. A este cambio en la participación Estatal se le ha denominado evolución. Pero es necesario señalar, ¿desde que punto de vista es considerado evolución?

Para aclara el tema hago énfasis en señalar del libro en mención su primera parte donde se justifica la creación de un Estado mínimo.

Desde mi punto de vista, un Estado mínimo es justificable dependiendo de la función que se trate; es decir, del roll que se pretende desarrollar.

Pretendo demostrar la idea haciendo alusión a 2 temas específicos como son:

  • Las actividades económicas que realiza el Estado como por ejemplo la prestación de servicios.
  • El Estado como ente controlador de las libertades individuales y por ende sociales.

Centro mi atención en la primera idea planteada y la desarrollo de la siguiente manera:

Un Estado extenso en tamaño que se encargue de la prestación de los servicios a toda su población, estableciendo como un monopolio en cuanto a servicios se trata, acarrea en primer lugar, un gasto público altísimo ya que sería el Estado el encargado de suministrar cada uno de los servicios que son indispensables para las personas.

Entonces como costear los gastos que dicha función implicaría? Llegaría un momento en que ese gasto exorbitante se saldría de las manos.

De ahí parte la idea de la prestación de servicios en cabeza de los particulares los cuales pueden en primer lugar administrar sus servicios conforme a su patrimonio que desean invertir y segundo se garantiza un mayor cobertura en cuanto el servicio se trata, ya que se descentraliza la función por territorios, lo que establece una mejor prestación del servicio.

Siendo un particular el encargado de suministrar los servicios hay mejores posibilidades de adquirirlos y a su vez mejores calidades en cuanto al servicio como tal.

Desde el mi punto de vista se está de acuerdo con la creación de un Estado mínimo tal y como lo señala Adam Smith en su libro “ de las riquezas de las naciones” y en su teoría la mano invisible en el que se explica con varios postulados la importancia de tener un Estado que no participe en las actividades económicas del país; de tal manera, que todo este regulado por dicha mano invisible y que sean las leyes de demanda y oferta las que se encarguen de regular la actividad económica entendida esta como adquisición de bienes y servicios.

Ahora bien , al desarrollar la segunda idea anteriormente mencionada. La idea de un Estado controlados de los derechos del individuo y de los derechos de la sociedad como tal, es necesario destacar que dicha actividad controladora del Estado está íntimamente relacionada con la naturaleza del hombre mismo. Lo que se destaca en este libro de Robert Nozick es el tema de la creación del Estado mínimo para a su vez minimizar también la actividad encaminada a obtener la limitación de los derechos individuales. Entonces surge un cuestionamiento y es; ¿Hasta donde es importante establecer un limite? ¿Y que relación tienen dichas limitantes con la capacidad del ser humano de autocontrolar sus derechos? ¿Donde queda entonces la naturaleza humana?.

Partiremos entonces del último interrogante, para mí tienen intima relación la naturaleza del hombre, vista esta última como el deseo de egoísmo que está inmerso en el hombre mismo, entonces, el hombre esencialmente egoísta busca bajo todos los medios la satisfacción de sus necesidades dentro del desarrollo de sus libertades. Pero, donde quedan la necesidades de los demás? Al hombre individualmente considerado no le interesa la realización de los derechos de la sociedad; entonces, surge la necesidad de los limites en la actividad controladora del Estado en la sociedad.

EL hombre no es capaz de autocontrolarse, de autolimitarse de tal manera que se pueda lograr el desarrollo de los derechos de cada quien de forma espontánea.

Se concluye entonces que es necesario de la presencia del aparato coercitivo de Estado que garantice a través de la fuerza, la amenaza y la coacción el desarrollo de derechos sociales e individuales a la ves sin que sean excluyentes.

De tal manera que considero que el tamaño del Estado debe a su vez se relativo; es decir, la actividad económica como prestadora de servicios puede tener una participación mínima del Estado no en cuanto al servicio mismo sino como control para evitar el desbordamiento de las facultades otorgadas a los particulares, y en cuanto al ejercicio de los derechos si debe existir una mayor participación debido a que es necesario garantizar los derechos sociales en vista de obtener un Estado íntegro en cuanto a protección, garantizaciòn y promoción de los derechos y de su ejercicio.

Qué son los valores (Frondizi) Contreras

QUÉ SON LOS VALORES

POR ESPERANZA CONTRERAS PEDREROS

Luego de una exhaustiva lectura para intentar entender la axiología y sus distintas interpretaciones en cuanto a qué son los valores o su naturaleza y cuál es el posible método para captar los mismos, comprendí los postulados de los autores más representativos del tema con sus consecuentes críticas hacia otras concepciones sobre los valores.

Ante todo, debo advertir que la obra de Risieri Frondizi es compleja, talvez por ser corto el libro, pero asumo que éste, está dirigido al lector experto en este tipo de tema, por ello, este ensayo tomará como referencia la obra del autor Carlos de la Torre Martínez, titulado “La recepción de la filosofía de los valores en la filosofía del derecho”, publicado en el presente año, ya que a mi parecer es un libro entendible y que explica de manera detallada el pensamientos de los autores más ilustrados e importantes que marcaron un hito en la axiología hasta nuestros días.

Para empezar, si bien es cierto que los filósofos griegos vieron el tema del valor desde un punto de vista diferente, esto es, en torno a lo que ellos denominaron el bien, es necesario y forzoso dirigirnos hacia ellos, ya que muchos de los estudiosos de la axiología retomaron sus ideas para luego implementar su criterio. Lo que debe asumirse es que el concepto del bien puede equipararse a lo que los autores expertos en el tema de los valores entienden por éstos; es decir, mantienen una misma realidad. Sin embargo, la diferencia entre ambos mundo de pensadores es la división entre el ser y el valer, ya que para los griegos asimilaban el ser con el valer, es decir, identificaban el valor mismo con el ser de las cosas, mientras que para los axiólogos existe una separación entre ambos conceptos. Para Platón al mencionar el mundo de las ideas, conlleva a que las esencias están separadas de los cuerpos concretos, mientras que Aristóteles no separa ambos conceptos, puesto que para éste el bien está implícito en su forma esencial.

Al surgir un giro de ciento ochenta grados, el hombre dirige la mirada a su propio yo, esto es, se aleja de lo externo para adentrarse en su mundo interior, siendo entonces el creador de todo, los valores subsisten en el hombre mismo, y por consiguiente es él el creador de los valores y por ende quien valora la realidad, por lo que se conoce como la subjetividad. Por consiguiente surge un precedente como Hume, quien considera “que todo el material de nuestro conociendo se deriva de la sensación y de la reflexión, es decir de la experiencia. Lo que en realidad motiva al hombre a la acción son las pasiones adscritas a la esfera del sentimiento”1

Llega el autor que partió en dos todas las discusiones en torno al problema del valor, separando los conceptos de ser y valer. Lotze, quien fue el precursor de esta tesis y que siguen en nuestros días, consideró que ser y valer no son una misma cosa, sino que son distintas y necesarias. El autor, siguiendo varios postulados de la filosofía kantiana, consideró que el existen dos actitudes que se pueden adoptar frente a los fenómenos que ocurren en la naturaleza: el primero, consiste en explicar los fenómenos por sus causas; la segunda consiste en explicar que todos los acontecimientos son una manifestación lógica de un supuesto anterior. Sobre estos dos postulados se fundamenta el conocimiento científico, sin embargo, con base en ello es imposible explicar el significado y el valor que tienen que tiene el universo. Es como lo dijo Augusto Messer “a Lotze se le puede considerar el padre de la filosofía de los valores contemporánea pues él fue el que determinó a la inteligencia como el como el órgano cognoscente de la realidad empírica y el sentimiento como el órgano cognoscente del valor”2.

Aparecen las corrientes objetivas y subjetivas del concepto del valor. La primera, con uno de sus grandes representantes, Meinong quien considera que el reconocimiento la existencia de un valor de un objeto depende de la valoración que realizamos respecto a un objeto concreto. En oposición al autor se encuentra Enrenfels, quien sostenía que el fundamento de los valores no se podía encontrar en el sentimiento del placer o del agrado, puesto que, de ser así, sólo podríamos valorar aquello que tenemos presente, con lo cual, el fundamento o el principio de valoración lo tenemos que buscar en el apetito o en el deseo. En cuanto a la segunda corriente, el representante de ésta es Max Scheler, quien considera que los valores son independientes de los depositarios y que incluso guardan entre ellos una jerarquía propia y objetiva. Los valores se nos pueden presentar en 3 dimensiones: como cualidades objetivas puras; como momentos parciales, o como el valor concreto que una cosa tiene, de tal forma que no es el sujeto el que dota al mundo de valor, sino que es el sujeto el que aprehende los valores de las cosas. Los valores no son propiedades de las cosas. Así explica que el entender de los valores como objetos ideales permite que las cosas puedan cambiar sin que por ello cambie la estructura de los valores.

Luego de un breve planteamiento de los postulados de los filósofos más representativos de la axiología, llega el planteamiento de Risieri Frondizi, quien considera que los valores tienen una cara subjetiva y otra objetiva, y para conocer y valorar el valor no solamente se requiere de un sujeto y un objeto, sino además de las circunstancias, ya que son ellas quienes determinan la valoración. Esto entonces se refiere a que el valor existe como una cualidad irreal, más no ideal, porque el valor no le da existencia al objeto sino que lo supone.

A mi entender el valor será objetivo porque existe como una cualidad estructural, esto es, su origen no surge por la existencia de un objeto material, porque pueden existir bienes no materiales que contienen valores, como lo sostenía Enrenfels, pero para que tenga trayectoria en la vida del hombre requiere que éste lo reconozca, lo examine para luego dar una valoración, por cuanto no puede asimilarse el valor de la valoración, ya que éste último es el sentido que cada uno de nosotros le da al valor. Sin embargo, creo que existe una gran influencia de la emotividad o el sentimiento que lleva implícito el hombre, por cuanto se darán un mayor grado de valoración a las cosas que se nos muestrean en nuestras vidas. Considero que el valor no es en cuanto a un ser que se pueda percibir con los sentidos, esto es, algo que pueda tocar, ver, sino que es, en cuanto a la valoración, surge al realidad cuando valoro, cuando le doy un sentido al objeto que percibo por los sentidos o una idea que contiene un valor que surgirá cuando valoro.

Será subjetivo, cuando al tener una relación con el objeto valoro, esto es, la valoración es la subjetividad. Pero ello dependerá en gran medida como lo sostenía Frondizi, de las circunstancias, porque son ellas las que en un momento dado dejo de valorar algo que antes tenía valor o valoro algo que antes no tenía valor.

Será objetivo porque un valor como la justicia, la belleza, etc., es un concepto, es una realidad referida al valor como lo sostenía Rickert; y que debe diferenciarse con el concepto de valoración, que es el juicio que se hace sobre la validez de un determinado valor.

1 DE LA TORRE MARTÍNEZ, Carlos. La recepción de la filosofía de los valores en la filosofía del derecho. UNAM, año 2006. www.bibliojurídica.org/libros/libro.htlm?/=1638

2 Idem. Página 41